Mi profesor de Filosofía nos propuso la evaluación
pasada una actividad, que tenía como intención llamar la propia atención de
todos los que nos rodean, pero en esta ocasión
era todo lo contrario. La actividad consistía
en permanecer completamente callados, y sin poder comunicarnos con absolutamente
nadie, de ninguna forma, ya fuese mediante
gestos, pequeñas palabras o escribiendo, durante veinticuatro horas, a no ser
que te rindieses…
Tan es así,
que tampoco podíamos utilizar el teléfono móvil, ni ver por ejemplo la
televisión.
Yo no tenía muy claro si participar o no, pero al
final me decanté por hacerla, ya que es una experiencia rara, que no te
planteas hacer cualquier día, y que podía ser interesante.
Cuando me
levanté, recordé rápido que tenía que
hacer la actividad, así que ni buenos días a mis padres ni nada.
En el instituto, cuando llegué, mis compañeros que
sabían que no podía hablar, empezaron a hacerme burlas y otras cosas para que
gritara diciéndoles que parasen, o que me dejasen, pero yo aguanté… pero no
todo el día... Tenía ese día examen de biología, pero aún así pude hacerlo sin preguntarle
dudas a mi profesor; pero llegó un
momento en el que, no entendía nada en la explicación de una asignatura, y me empecé a agobiar.
Además de todo el agobio, tenía otro examen muy importante al día siguiente, y
tenía dudas...así que me rendí, pero aguanté más de lo que había pensado.
Tras vivir esta experiencia, puedo resaltar
muchísimas cosas, sobre todo positivas. He aprendido la importancia que tienen
algunas cosas de nuestro día a día, que son completamente normales para
nosotros, como puede ser desde una simple sonrisa, hasta un mensaje de móvil, porque…¿Quién
puede vivir hoy en día más de una semana sin llamar a una persona querida que
esté lejos, o manda un mensaje de “Buenos días”?. Somos totalmente dependientes
de la comunicación desde el minuto uno en el que nacemos. Un bebé cuando nace,
ya se comunica de la única forma que sabe, llorando.
Por todo esto, debemos reflexionar sobre la gran
suerte que tenemos de poder comunicarnos entre todos, y pensar en aquellos que
les cuesta más comunicarse con el resto de personas.